sábado, 24 de diciembre de 2016

Cuando llega la nada


¿Y qué pasa si, de repente, ya no sientes nada?

¿Qué pasa si un día cualquiera te despiertas y el mundo te es indiferente?

A lo largo de mi vida he tenido tendencia a vivir intensamente. Me he recreado saboreando los momentos más dulces y he guardado el luto durante los reveses de la vida. Pero siempre sentía de manera especial cada día la felicidad, la ilusión, el amor, el dolor o la nostalgia. Sin embargo, hoy, y desde hace ya un tiempo, no siento nada. Quizás su habilidad para hacerme daño haya conseguido anular todo lo demás.

Cuando te entregas a otra persona, cuando te sacas el corazón del pecho y se lo pones en una bandeja al ser amado, en ese momento, realizas el mayor acto de generosidad que no deja de ser, inevitablemente, un acto de autodestrucción. Sabes que en algún momento dolerá. Sabes que en algún momento se acabará. Sabes que te dejará cicatriz. Pero te arriesgas igualmente, te la juegas y dices: "Hey, a lo mejor esta vez sí". Pero no. Esta vez, igual que todas las anteriores e igual que todas las futuras, nada cambia. Te entregas y te traicionan. Te arriesgas y pierdes.

Pero sigues una vez tras otra porque si no creyeses en el amor, no tendría sentido vivir. Es nuestro motor. La de todas las personas. El de aquellos que se ponen el disfraz de enemigos del amor y el de aquellas personas que no entienden la vida sin alguien a su lado. También para todas las posiciones intermedias. Es esa fuerza que hace que salgas cada mañana de la cama, ya sea porque esa persona está esperándote para desayunar o porque sientes que puede que hoy aparecerá alguien especial o que ese alguien especial que no puedes sacarte de la cabeza, hoy sí, se dará cuenta de que estás ahí, que siempre lo has estado.

Sea como fuere, hoy yo no siento nada. He descubierto que todo lo que acabo de decir es mentira. Tengo motivaciones para levantarme cada día, mi cuerpo se pone a funcionar cada mañana alimentado por otras fuerzas muchos menos elevadas pero igual de útiles y, quizás, mucho más agradecidas y menos traicioneras. Pero ese no es mi concepto de lo que significa estar vivo. Pero me pregunto si algún día la ilusión volverá a mí o si contigo se acabó para siempre.

Como dice uno de mis poemas preferidos: "sólo el azar nos dirá / si es definitivo."