miércoles, 17 de octubre de 2018

Cielo


El otro día tuve que hacer una copia de seguridad de los documentos del ordenador y caí en la tentación. La memoria donde guardo todas estas cosas también tiene fotos y conversaciones antiguas. De cuando todo estaba bien. Guardé los documentos, miré varias veces la carpeta de las fotos y al final la abrí. Y ahí estabas tú.

En una foto salías mordiéndote el labio en un bar, una de las fotos más bonitas que te hice, en la primera semana que empezamos a quedar. En otra sales evitando salir mientras nos comíamos una pizza. Hay muchas que me enviabas cuando estábamos a miles de kilómetros. Hay otras que te hice cuando viniste a verme. Hay un vídeo en Pamplona en el que te escondes detrás de un cartel para que no te grabase.

En las conversaciones está nuestra primera cita, la del día siguiente y la del otro. Fueron tres días que sirvieron para que supiese que quería estar siempre a tu lado. Eras tú. Esa persona de la que los libros, las canciones y las películas hablaban todo el rato. Estabas ahí, habías llegado justo a tiempo. Revolucionaste mi vida antes de que yo me marchase de Madrid por primera vez para irme a vivir fuera. Menos mal.

Mi foto favorita es una que creo que solo te enseñé una vez. Habíamos salido de trabajar y te acompañé a comprar un regalo. Un polo o una camisa para un amigo tuyo. Te hice una foto mientras nos marchábamos, bajando las escaleras mecánicas. Recuerdo perfectamente ese momento. Sobre todo recuerdo la sensación. Recuerdo mirarte como si fueses la persona más increíble que se había cruzado en mi camino. Y recuerdo hacerte la foto para no olvidarme nunca de ese momento. Y funcionó. Han pasado cuatro años y me acuerdo perfectamente.

Te sigo echando de menos, sobre todo cuando hay que hacer tonterías y no estás tú para seguirme el rollo; cuando bajo por la calle Prim y nadie se para en seco en mitad de la calle y me empuja con la cabeza como si fuese un niño pequeño enfadado. Esas cosas eran mi gasolina. Y desde que no las tengo no doy una. Lo intento pero no hay manera.

Qué largos me quedan siempre los textos, nunca sé cuándo parar. Como con todo.

P.D. La foto es de tu ciudad, unos meses antes de conocerte.