jueves, 29 de noviembre de 2018

No puedo

He vuelto a leer todas las entradas que he escrito estos meses. Son lo más parecido a un diario que tengo. Y me sigo emocionando leyéndolas.

Todo está acabado pero hubo momentos tan maravillosos que soy incapaz de soltarlos y perderlos para siempre. Aún hay días en los que me despierto y te oigo cantando como lo hacías en los últimos meses. Hay veces en las que no quiero salir de la cama y medio dormido me sale ese ruidito que hacíamos los dos. A veces paseo por Madrid y busco tu mano.

Dejarlo era la solución. Se acabó la ansiedad. Se acabaron las mentiras. Se acabó ese peso. Pero llegó el miedo, el vacío y tu ausencia. Y, joder, no puedo dejar de echarte de menos.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Ternura

Me dolía especialmente el desmoronamiento de la ternura. Vienen a mi cabeza frases que ella decía, llenas de bondad. Entonces supe que la muerte de una relación es en realidad la muerte de un lenguaje secreto. Una relación que muere da origen a una lengua muerta. Lo dijo el escritor Jordi Carrión en un estado de Facebook: «Cada pareja, cuando se enamora y se frecuenta y convive y se ama, crea un idioma que solo pertenece a ellos dos. Ese idioma privado, lleno de neologismos, inflexiones, campos semánticos y sobrentendidos, tiene solamente dos hablantes. Empieza a morir cuando se separan. Muere del todo cuando los dos encuentran nuevas parejas, inventan nuevos lenguajes, superan el duelo que sobrevive a toda muerte. Son millones, las lenguas muertas».

Manuel Vilas, Ordesa.