martes, 20 de abril de 2021

Tant de bó

En un parell de dies va celebrar un doble aniversari: el de el dia en què tot va acabar i el de el dia en què vas aparèixer. Podria parlar de la vida i els seus cicles, el que entra per el que surt i mil coses més. Però simplement crec que és una casualitat.

Estaves de peu al costat de la màquina de begudes i jo em vaig quedar congelat a l'veure't. En aquella època no era dels que s'acostaven a saludar els nous però amb tu vaig fer una excepció. Alt, guapo, ros, ben vestit i amb unes maneres exquisits. Tot va quedar aquí fins que vam anar a aquest bar d'Hortaleza en el qual 4 anys abans havia conegut a el noi que em acabava de trencar el cor. Estàvem en una festa amb molta gent i no vaig perdre l'oportunitat de parlar amb tu. I ja està, alguna cosa em va fer clic. Però es va quedar aquí. Un altre dia et vaig veure al metro, em vaig posar nerviós i vaig caminar per l'andana perquè no em veiessis. Però em vas veure, recorriste tot el vagó i vas venir a parlar amb mi. A mi em faltava l'aire. No només et recordaves de mi sinó que volies parlar amb mi.

Des de llavors vam compartir moltes hores junts d'estudi, de rialles, de copes interminables i d'una afinitat que em sobrepassava. Però no passava res, tu vas marxar i es va anar diluint tot. I de sobte et vas trobar a tu mateix i jo t'ho vaig explicar tot. Hi havia donat el gran pas, però un cop més es va quedar aquí. I, com sempre, vas tornar amb tot. Vas agafar un cotxe i et vas plantar a Madrid per animar-me i jo em fonia. I vas tornar a venir i el fred i l'alcohol ens va ficar sota la mateixa manta. I aquí estàvem, abraçats en el meu sofà, fent-nos totes les carícies amb les que havia somiat durant tantes nits. I des de llavors només penso en tu, en el ple que em vaig sentir estant al teu costat i en aquesta sensació tan extraordinària en la qual no hi ha més món que el que hi ha en aquest saló.

I tornem a fer com si res, fins que tornis a aparèixer. Fins que en un parell d'anys ens facin un passadís amb les espases en alt. Perquè jo sempre tinc raó. I això no serà una excepció.

domingo, 14 de junio de 2020

Te echo de menos

Te echo de menos. Echo de menos algo que nunca hemos llegado a tener y lo que tenemos que pronto perderemos. En ti he encontrado una manera de conocerme a mí mismo, una cierta pureza que hoy escasea. Te iba a escribir un mensaje diciéndote que te echo de menos y había pensado en soltarte una parrafada de esas que escribimos cuando nos enfadamos.

Pero he preferido venir aquí, donde nadie me oye para decirlo, desahogarme y no añadirte un lastre en un momento como este. Siento que perdemos el tiempo, siento que corrimos (en buena parte por mi culpa) más de la cuenta. Ahora que esto se alarga a saber cuánto, la incertidumbre de nuestra distancia se me hace insoportable. 

Tu falta de iniciativa y la inexperencia, tu falta de necesidades y la intensidad con la que yo necesito vivir el amor, tu orgullo y la imposibilidad de que en el futuro haya una segunda oportunidad, tu punto adorable y la tendresa que todo lo invade. 

Todo eso es lo que siento ahora, dando vueltas alrededor de mi cabeza y perforando la calma que no tenga.

Com diu el Joan Dausà quan parla de la tendresa de Lluís Llach:

Si me'n vaig abans que ho facis tu
No fey gaire dol
I no patiu que algú m'ha dit que es viu molt bé
Sense el pes del cor

Jo crec que és una de les cançons més macas, amb una lletra plena de tendresa, com tu quan parles de quan eras petit, dels teus problemes o de la teva ambició comparat amb la teva família. 

El que et vol dir és que t'estimo molt, que ets una persona fonamental en la meva vida però que ara mateix no podem estar junts, que jo crec de veritat que cal esperar, que un dia estarem junts, que crec que pudem fer-ho. Però, per això, no podem continuar com fins ara perquè no li trobo el sentit a continuar si no conforta. 











sábado, 16 de mayo de 2020

La inercia del abrazo

Este pequeño rincón al que acudo muy de vez en cuando a modo de terapia gira en torno al amor. Sin embargo, hoy orbitará alrededor de algo más genérico como la vida y otros tipos de amor que no son el romántico.

Parece que vivimos un momento histórico y este suena a que lo es de verdad. En España somos muy de besar y de abrazarnos a la primera de cambio y, aunque yo me quejase a menudo de este exceso de afecto, ahora lo echo enormemente de menos. Después de un mes de reuniones semanales cuidadosamente agendadas con varios días de antelación, la cosa decayó y hace poco pudimos volver a pasear. En esos paseos he podido ver a la mayoría de amigos con los que me tomaba una copa pantalla mediante. Y el no poder besarnos y abrazarnos ha sido un verdadero choque. Para mí, que he pasado la cuarentena solo, ver al fin a gente conocida, de casualidad y de manera física, provocaba una inercia del abrazo que he tenido que reprimir. Choque de codos o de talones. Lo siento pero no lo compro.

Han sido mis amigos los que consiguieron que un cumpleaños en soledad y confinado fuese una fiesta gracias a regalos inesperados en cajas de cartón y una sala virtual llena de gente riendo y bebiendo hasta bien entrada la madrugada. Han sido sus llamadas, sus detalles y su atención lo que me ha hecho mucho más fácil sobrellevar una situación que pocos pensábamos que podríamos vivir. 

Uno puede acostumbrarse, aunque malamente, a vivir largas temporadas sin un amor romántico correspondido y pleno. Pero creo que la existencia sin el amor de la amistad sería un lugar frío y muy oscuro. Son ellos los que te sacan de la cama o del sofá cuando no tú no puedes. Son ellos los que pagan las copas que hagan falta hasta que dejes de pensar en esa persona que no te hacía ningún bien. Son ellos los que cambian sus planes si toca celebrar algo inesperado. Son ellos los que llenan de luz un bar desangelado de Madrid. Son ellos en los que piensas cuando piensas en cómo será tu vida en 20 años. Son ellos el resultado de una búsqueda involuntaria a lo largo de la vida. 

Para mí, ellos son el camino y la Ítaca de Kavafis.

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.

(...)
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.


Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.


Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.




miércoles, 15 de abril de 2020

Iba a hablar sobre ti pero acabé hablando de mí

Ahora entiendes que hacía falta actuar. Es curioso cómo solo reaccionamos cuando vemos el abismo ante nuestros pies, cuando vemos que todo se puede acabar.

Hace tiempo que quiero decirte que no siento esa magia. Hace tiempo que diste por hecho que con algunas palabras de cariño bastarían. Pero creo que a pesar de todo este tiempo, sigues sin conocerme.

Yo soy como un huracán que avanza con fuerza en cuanto toma tierra, arrasa con todo a su paso y cuando no encuentra nada más, desaparece. Como esa catástrofe natural que deja una cicatriz imborrable a modo de recordatorio para los días apacibles. Necesito constantemente elementos en el camino que me hagan querer seguir explorándolo, creciendo y haciéndome más fuerte.

Tu camino parecía estar lleno de vida para avanzar sin cese. Sin embargo, el sendero yermo es ahora una constante y yo he perdido fuerza. Me cuesta continuar, agonizo en un paraje desierto al que tú ahora intentas plantarle flores. Pero puede que sea demasiado tarde. Puede que yo haya perdido demasiada fuerza. Puede que las buenas intenciones no sean suficiente.


martes, 26 de noviembre de 2019

La omnipresencia del Apocalipsis

El 4 de abril de 2018 publiqué una entrada sobre un chico Apocalipsis. Uno de esos que consiguen que se te pare el mundo delante de tus narices solo con mirarle a los ojos.

La historia del chico Apocalipsis está en ese post. Pero necesita una pequeña actualización. Tarde, como todo y como siempre, pero allá va.

El chico Apocalipsis de mi vida siempre ha estado presente, flotando en una nebulosa que de vez en cuando se hace claridad cuando me sale en Facebook que va a pinchar a las 4 de la madrugada al festival de moda o cosas así.

Pocos días después de que publicase la entrada sobre el chico Apocalipsis, mi vida dio varias vueltas de campana. Y en los meses siguientes, ya en invierno, fui a ver una habitación en un piso compartido. Una amiga de una amiga, a la que conocía de un par de fiestas, ofrecía un cuarto en su piso a alguien de confianza y allá que fui. El piso era guay, los compañeros parecían majos pero la habitación era un pequeño agujero sin casi luz que no me convenció. El piso me lo enseñó una chica genial, que tocaba en una banda. Ni idea. A los dos días, viendo el programa de moda en YouTube apareció la chica y su banda. Una de esas bandas de chicas que hacen rock y lo petan fuerte. Aquí y en EEUU. Toma ya. Ahí que fui a investigar quiénes eran. La música era genial. E investigando en el IG de la que nunca llegó a ser mi compañera de piso, apareció el chico Apocalipsis.

El chico Apocalipsis y la chica de la banda de moda eran novios. Por segunda vez en la vida me cruzaba con una de las novias de mi chico Apocalipsis. ¿Cuántas probabilidades hay de que eso pase en una ciudad de no sé cuántos millones de habitantes? Bueno, pues ahí estaba él. Con ella. Y hoy, no sé muy bien cómo ni por qué, he vuelto al chico Apocalipsis, a sus fotos de 2009 y a la música que compartía.

Y he vuelto al día en que nos cruzamos por la calle y nos miramos y seguimos andando y los dos nos giramos y nos volvimos a mirar. Quizás tendría que haberle echado cojones y haber ido a saludarle. O al menos lanzarle una sonrisa en vez de salir corriendo como si viese el fin del mundo venir.

Espero que todo te vaya bien, chico Apocalipsis. Nunca leíste el mensaje que te envié. Ojalá nos volvamos a cruzar.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Incendios

Me visitas de repente, sin avisar, y me pillas con la vida patas arriba. La mayoría de las veces saludo a tu recuerdo y sonrío en paz. Pero de un tiempo a esta parte he vuelto a echarte de menos. Dirás que no tiene sentido y seguramente no lo tenga. Pero nunca nada tuvo sentido y aún así conseguiste convertirte en el centro de mi vida.

Cuando vienes así, casi de puntillas, me recuerdas pequeños detalles, de esos que uno casi olvida sin darse cuenta y así vuelves a inundarlo todo. Es como si una parte de todo aquello se resistiera a marcharse aunque sepa que no le queda otra opción.

Hoy me visitaste en un sueño. No recuerdo muy bien qué pasaba. Creo que hacíamos pizza para cenar e íbamos al sofá.

jueves, 28 de marzo de 2019

Orden

Esta mañana me he acordado del texto que escribiste hace ya casi 4 años, cuando estuve a punto de marcharme. Hablabas de mi delicioso caos. Hoy me he sorprendido guardando el chocolate en la nevera. Ha sido un acto instintivo. Igual no te lo crees pero ahora lo hago siempre. Sin embargo, hoy, mientras lo dejaba en la balda, me he acordado de ti. Me he acordado de tu fingida mirada de resignación y de ese cariño inmenso en tus ojos. A veces lo echo de menos.